Todo pasa...

Todo pasa y todo queda… pero lo nuestro es pasar….

Y efectivamente, voy viendo luz al final del túnel, las cosas parece que vuelven a su sitio, mis miedos se aplacan, mis sentimientos vuelven a organizarse y a verse claros. Ya no tiemblo de noche, ya respiro pausada, mi sonrisa ya es sincera y no esconde lágrimas silenciosas. Se me pasó el enfado. El enfado con el mundo, conmigo misma.
Realmente creo que el final de una muy mala época de mi vida ha llegado a su fin. Cuando se toca el fondo, solo queda una dirección, la de subir y ahora mismo me encuentro en el proceso de pillar carrerilla para subir cuanto antes a comerme el mundo de nuevo, como antiguamente hacia.
El tratamiento parece estar funcionando, y además Marta me está ayudando mucho de otras maneras, mentalmente, con la alimentación, con nuevos hábitos y rutinas…

Ha sido duro, muchísimo, pero creo que ha merecido la pena, ahora soy más fuerte, más consciente, más paciente, mas madura, mas humana, más reflexiva. Soy mejor.
Por suerte para mi este duro camino no lo he tenido que andar sola, José ha estado en todo momento a mi lado, apoyándome y queriéndome, haciéndome sentir la mas especial y hermosa de las mujeres, y mi familia, y mis amigos mas cercanos y Mar…. Mi Mar… que me da fuerza solo con una sonrisa... Me he refugiado en los libros, en la música, y en mis largas charlas con la luna desde el balcón.
He llorado hasta quedarme sin lágrimas. Me he pellizcado el alma hasta dejarla morada. Pero ya se está curando. Todo pasa… aunque deje muesca a su paso, pero pasa.